ritos funerarios aztecas parte 1

Ritos funerarios de los aztecas Parte 1: Un viaje al Mictlán

¿Conoces cuál era la concepción de la muerte y los ritos funerarios los aztecas, uno de uno de los principales pueblos prehispánicos de nuestro país?

Los aztecas, también conocidos como mexicas, tenían muy claro que la vida terrenal era fugaz, por lo que llegaron a concebir la muerte como una etapa más de la misma, aún cuando ésta generará dolor ante la pérdida de los seres queridos. 

Nuestros antepasados creían que morir no era el final sino el inicio de otro viaje de cuatro años cuyo destino era el encuentro con Mictlantecuhtli. Este trayecto constaba de nueve planos bajo tierra, donde se debían pasar diferentes pruebas para llegar al Mictlán, “la región o el lugar de los muertos”, a donde iban quienes morían de forma natural, donde los difuntos podían descansar en paz para siempre.

En este trayecto, el difunto iba acompañado con un perro xoloitzcuintle, esencial para superar el primer gran obstáculo: pasar el río Apanohuayan. Pero para lograr dicha compañía canina, era de vital importancia haber tratado bien a los perros en vida; en caso contrario, ningún xoloitzcuintle lo ayudaría a cruzar el río y su alma quedaría vagando para siempre.

En algunas otras partes del viaje al Mictlán, era necesario que el difunto atravesará montañas que chocaban entre sí, enfrentar culebras, grandes ventarrones, así como recorrer zonas heladas e inhóspitas, antes de poder llegar al descanso eterno.

La ofrenda a los muertos

Los mexicas tenían dos tipos de ritos funerarios: la cremación y el entierro. Los muertos comunes se incineraban, solo que junto con sus cenizas se enterraban sus pertenencias, además de comida, agua y provisiones para el viaje que empezarían rumbo al descanso eterno. A los muertos jóvenes se les ponía una mayor cantidad de comida, pues sus cuerpos eran inmaduros y requerirían de mayor energía para llegar al Mictlán.

Antes de realizar la incineración, se envolvía al difunto con telas en posición fetal y se les ponía una máscara. Las cenizas se guardaban en una urna y se les ponía un trozo de jade, como un símbolo de la vida. 

El entierro estaba destinado a los altos funcionarios y a los soberanos. Se les vestía lujosamente con joyas y máscaras funerarias y en la boca se depositaba una piedra de chalchihuite que reemplazaba al corazón verdadero. Los cuerpos de los gobernantes eran ataviados como si aún estuvieran vivos además de ser transportados por una multitud hasta la plataforma de Cuauhxicalco (frente al Templo Mayor en Tenochtitlán), donde eran expuestos ante el pueblo durante cuatro días. De igual manera, durante el entierro de los gobernantes o personajes importantes se solía danzar como homenaje de despedida.

Los comerciantes se enterraban con sus posesiones más valiosas. Si una mujer moría dando a luz, sus restos se depositaban en un templo especial, vigilado por sacerdotes. Quienes fallecían a causa del agua ( ya fuera en una inundación, tormenta o ahogados), se creía que sus cuerpos serían reclamados por Tláloc, por lo que sus cuerpos se pintaban de azul para ser ofrecidos al dios de la lluvia. Los guerreros consideraban morir en batalla como parte de un sacrificio a los dioses, siendo esta acción privilegio y cualidad de unos cuantos. 

Como puedes ver, hasta el día de hoy y aún con la llegada de los españoles, seguimos preservando tradiciones prehispánicas como la ofrenda del día de muertos, siendo un hermoso y entrañable recuerdo de nuestro pasado que vive hasta nuestros días incorporando elementos más actuales. Esto nos permite recordar nuestro mestizaje de tradiciones, donde nuestra identidad proviene del devenir histórico de un México rico en cultura e historia.

BIBLIOGRAFÍA

La muerte del tlatoani 

Creencias y ritos funerarios de los pueblos prehispánicos.

Ofrendas prehispánicas mortuorias.